Zunilda Borsani
Escritora y Artista Plástica

Un paseo por mi ciudad, Tres Cruces, Montevideo - tomo 4


Un paseo por mi ciudad, Tres Cruces, Montevideo - tomo 4

Por: Zunilda Borsani

A mis nietos: Bruno y Sofía y mi nieto espiritual, Dieguito, por toda la ternura que me brindan.

Introducción

El arte es una actividad creadora humana que se propone despertar, con sus obras, una emoción estética. Es la expresión de un estado anímico, más allá de la reproducción de un objeto.

Es una comunicación entre el artista, la obra y quien la contempla.

El artista expresa a través de su obra todo lo que siente, percibe, adivina, sueña. Observa y comprende, a su modo, el mundo que le rodea.

Acompaño entonces a nuestros niños y niñas a conocer las obras de los artistas y a despertar la sensibilidad de contemplación y admiración por el arte, la belleza natural de nuestras plazas y parques, admirando las diferentes arquitecturas, reconociendo personajes que pueblan nuestras calles y sintiendo orgullo de ser protagonistas de una pequeña pero gran ciudad abierta al mundo…

La autora

Tres Cruces

Según el historiador Isidoro de María, en el lugar había tres cruces pertenecientes a tres víctimas asesinadas por malhechores y enterradas allí, mucho antes de que Montevideo fuera concebida como tal. El lugar era descampado y considerado de alto riesgo. En este paraje, en lo que serían las afueras de nuestra ciudad, el 17 de noviembre de 1843 se libró un encuentro entre fuerzas del Gobierno de la Defensa y fuerzas del general Oribe, en el curso del Sitio Grande de Montevideo, destacándose la figura de Garibaldi y su legión. En esta acción fue muerto el jefe gubernista, coronel español José Neira, cuyo cadáver fue heroicamente rescatado por sus soldados en medio de la lucha. También en este sitio el general José Artigas dio a conocer las Instrucciones del año 1813. Es un barrio con una carga importante de historia y un punto estratégico de la ciudad de Montevideo.

Prólogo:

palabras que nada agregan, aunque quise escribirlas

Incansable ha resultado la abuela Carmela. Ahora nos invita a pasear por un lugar emblemático: el barrio Tres Cruces.

Así, nuevamente de la mano de la abuela, conoceremos esta zona tan particular, no solamente por su historia, sino también por las transformaciones que ha tenido y por lo que significa en este tiempo.

Es lo primero que descubren quienes llegan a nuestra ciudad y bajan en la Terminal: desde allí se abren para algunos los caminos transitables del paisaje montevideano, y para otros, aquellos caminos que nutren la esperanza y se transitan interiormente.

Es un relato mágico el de este libro, como ha sido mágico también el de los anteriores. Mágico, si tomamos el término como algo que nos despierta el deseo de encontrar, ver, conocer, descubrir, aclarar. Mágico porque la fantasía que se recrea en el lector le hace recorrer cronologías como protagonista, llevado por el hilo conductor del relato.

La evocación que nutre el conocimiento nos remite siempre, en Zunilda, a lo clásico del cuento, donde el mensaje cobra el valor del símbolo, y la enseñanza llega con la alegría que produce un encuentro.

Hoy, en estas páginas, los niños se vuelven periodistas; ya no preguntan a su abuela, sino que investigan directamente sobre un escultor uruguayo y unen lo vivido en su paseo con lo vivencial del entrevistado. Si incansable es la abuela, lo es también Zunilda, que se ha hecho un poco, o bastante, abuela de tantos niños, para invitarlos a descubrir la ciudad y ponerlos en contacto, a través de la historia, con el arte, porque tiene bien claro que el arte hace historia.

Ramón Cuadra Cantera

SÁBADO, ¡POR FIN SÁBADO…!

Por fin, porque mi ansiedad ha ido creciendo durante la semana. Me desperté más temprano que de costumbre, pero me quedé en la cama pensando en la sorpresa que Carmela dijo que tendría para nosotros. ¿Qué será? No tengo idea, porque aparte de los monumentos, las calles, los edificios, ¿sobre qué otras cosas la abuela tratará de contarnos? Y bue, habrá que esperar.

–¡Nicolás, aún estás en la cama! ¡Ah, perezoso! –dijo mi madre y entró, levantó las persianas y, como siempre, se acercó, estampó un beso en mi frente y…–. ¡Buen día, jovencito! Tú eres un romántico, me gustaría saber qué pensamientos hay en esa cabecita –dijo mientras revolvía mis rulos con cariño–. ¿Acaso hay algo que te preocupa?

–No, mami, no es eso, solamente pensaba en cosas.

–Cosas, ¿qué cosas serán esas, eh? Bueno, muy bien, ahora a levantarse, ¿recuerdas qué día es hoy?

–¡Cómo me voy a olvidar, si estaba deseando que llegara este día! Ya me levanto. ¿Vamos a desayunar todos juntos?

–No, hoy es un día muy complicado; tu padre y yo saldremos rápido, debemos estar en Carrasco antes de las diez.

–¿Quiere decir que nos llevarán a desayunar a lo de la abuela?

– Exacto, ya son las nueve y queda poco tiempo.

–¡Resalado, mami!

Fue tan grande mi alegría, tan inmensa, que corrí y abracé a mamá con mucha fuerza. –Ir a desayunar a lo de Carmela está de más, mami, ¡es lo máximo!

–Basta, Nico, me estás despeinando; ya está bien, como si no supiera que les encanta ir a lo de la abuela. Voy a ver si Clarita ya se levantó. ¡Vístete pronto!

Me vestí ligero, apronté mi mochila, metí en ella de todo:

libros, hojas, lápices, y pensé… «no hay nada mejor que visitar la casa mágica de la abuela». Me lavé la cara, los dientes, sacudí mi pelo mojado y bajé listo para marchar. Clara ya estaba pronta y también mi padre, que bebía un vaso de leche, de pie y con la campera puesta. Mi madre nos acomodó los abrigos y nos hizo las recomendaciones de siempre.

–¡Ufa, mami! Ya sabemos todo eso.

–Está bien, solo les recuerdo.

Luego nos abrazó a los dos y nos dijo:

–Son los hijos más buenos que una madre pueda tener, a pesar de las peleas que a veces se suscitan… pero creo que a medida que vayan creciendo irán mejorando, ¿verdad? A nosotros nos gustaría pasar todos los fines de semana con ustedes, pero no siempre eso es posible. ¿No es cierto, chicos? Además, la pasan tan bien en lo de Carmela…

–Sííííí –respondimos los dos a la vez–. Lo entendemos, mami, pero no se preocupen por nosotros, disfrutamos mucho en lo de la abuela.

–Por supuesto que sí, tienen una abuela muy especial.

–Especialísima y mágica. Queremos irnos ya, mami; la abuela nos espera con una sorpresa –dijo Clarita. ....

Esto ha sido una pequeña muestra del libro, si deseas obtener el mismo comunícate con la autora haciendo clic aquí.


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